domingo, 4 de mayo de 2008




El colectivo va por la avenida, es temprano y los carriles están despejados, libres de ruido.
Se hace de día, puedo ver los contrastes de luz desde una posición móvil.
Las paredes, las veredas, las plazas, están filtradas por sombra, todos los lugares en los que podría acostarme están fríos.
Obras en construcción, atrás de los futuros edificios hay un bloque de luz, imposible de morder.
Tengo hambre, fantaseo con una taza de café y pan, un desayuno en el transporte público.
El chofer abre su ventanilla, no debería pero fuma.
El único humo que disfruto es el que sale de la cacerola de hierro, con especias en el fondo y algo en proceso de cocción.
Se que tengo que hacerlo, tengo que cambiar, no puedo seguir perdiendo el tiempo en el conteo de minerales en sangre.
La vulnerabilidad tiene que ser un estado pasajero.
Pasan las paradas, la gente sube y baja formando un circuito que me distrae.
Movimiento.
Minutos, minutos, movimiento y minutos.
Llegamos al barrio.
Los carteles son los mismos desde hace 10 años.
Hoy los negocios no abren, los domingos hay pausa en las migraciones internas.
Veo la casa, la que es mi casa, pero no me levanto, apoyo la cabeza contra el vidrio, quiero dormir, despertarme en la Terminal.








imagen de:
http://ark-solofotografia.blogspot.com

1 comentario:

EmmaPeel dijo...

Las extremaduras son parecidas en tuitos lados

beso amish!