sábado, 9 de julio de 2011




el perro estuvo siempre en la puerta
siempre raspando la puerta para entrar
de noche, a la mañana, a la tarde, siempre raspando la puerta
siempre respirando pesado como un boxeador, que se frota el hocico con los guantes
antes de pegar, antes de avanzar y pegar
perro flaco era, huesudo, dientudo, tenía algo de galgo
algo de esos perros que corren a otros animales para cacharlos del cuello
y con un sacudón
sacarlos de cuajo

siempre estuviste, perro, oye, perro, siempre estuviste ahí, hermano
siempre estuviste mordiendo el telgopor de la luna
alucinando con un bosque repleto de liebres tontas, dispersas como choclos dispersos,
como mazorcas soltadas al azar en el pasto, siempre estuviste, perro, siempre fuiste hermano, choca esos cinco, patán, eres el can, el ladrador definitivo

siempre estuvo ahí, esperando en la cuadra
olfateando las bolsas que sacaban a la noche, las bolsas que se colgaban de clavos a los postes como animales que podría haber perseguido el perro, siempre huesudo, siempre con los ojos siguiendo todo lo que se movía en la cuadra
el perro siempre estuvo y siempre va a estar
esperando un silbido, una seña desde adentro de alguna de las casas
para entrar
mostrar los dientes
ser la mascota ideal

de ese telgopor dejabas desparrame, can, no guardabas partes del círculo, siempre alucinado, alunado, con una estampida de gatos a tu paso, siempre mandando en todos los barrios, en las capitales de los descampados, nada de perro rastrero, tampoco ovejero ni sargento campeador, siempre mandando en los barrios, huesudo, dientudo, perro leal

2 comentarios:

Clara O. dijo...

me encantó este poema sobre un perro :)

jonas dijo...

hey, me alegra que haya gustado.
beso.