
Abrazos de piedra y fuego van a caer desde fuera, van a rodar desde el cosmos
para caer en agua, impactar en los océanos y volcar
el contenido de los vasos, de todas las piletas
el cosmos quiere abrazar al planeta, quiere incorporarlo a su movimiento continuo, sin finalidad concreta
y todo lo que se describe como civilización es una etapa que pasa
una moda que lleva siglos de vigencia
a la espera
de alguna clase de catástrofe climática o forzada por la mano del hombre
el agua de los océanos va a cubrir las avenidas, trayendo todo lo recolectado a su paso
nos va a sacar de nuestro eje de zapatos para envolvernos en otra clase de abrazo
más prolongado, de otro alcance
y envueltos en el avance de agua sobre suelo las diferencias van a resultar reducidas
poca diferencia va a haber entre el perro que flota y la bicicleta, entre el hombre, la escoba, los únicos beneficiados pueden ser los depredadores, los tiburones que recorran las zonas en las que hubo plazas y parques públicos
en un intento de autoabastecerese
el agua enrarecida va a empujar las partes de la civilización que puedan ser arrastradas
las partes que se desprenden de una ciudad
lo que está flojo, apoyado en vereda, fijado con tornillos o soldado
todo va a ceder ante la presión inmensa del océano
cuando el agua haya aplacado todo movimiento de civilización
los pulpos van a reclamar las cimas de los postes de luz, como los estandartes de un nuevo orden acuático
cardúmenes de peces van a ingresar a oficinas en rascacielos
peces plateados que flotan entre clips y vasos de plástico
que van a rodear a los empleados muertos en su lugar de trabajo
mientras se encontraban actualizando sistemas operativos, generando informes sobre el estado de cuentas
todo va a confluir integrado por el agua, todo lo disperso va a ser reunido
como en una versión particular del paraíso
un lugar en el que todo está presente