sábado, 31 de mayo de 2008



Llego a capital después de que se fueron todos, no hay turno laboral a esta hora, así que avenida Alem está practicamente vacía.
Entre las columnas de los edificios la gente espera un colectivo numerado, las paradas azules y blancas orientan a los que quieren volver al gran buenos aires.
Algo fuera del campo de visión, en la periferia, se mueve.
Inclino la cabeza y lo veo, es un avión de papel, volando alrededor de un poste de luz, no se ve a la persona que le dio impulso.
Camino, camino más, estar en capital a la noche, rodeado de éste se silencio me ayuda a pensar.
Hago un balance poco preciso de lo que pude conseguir hasta ahora, de los resultados, pienso en una mujer a la que ya no veo y no sé si voy a volver a ver.
Me enfrasco en especulaciones que tienen que ver con lo que tengo que hacer para crecer, para estar en el lugar y en la posición en la que quiero estar.
Cierro la campera hasta arriba, abrocho el primer botón, tengo que cuidar el cuello.
El viento pega contra las fachadas de los edificios centenarios y noto que se mueven.
Me quedo quieto, llega otra descarga de viento y lo mismo, los edificios se mueven.
En una de las entradas veo al guardia dormido en la silla, tiene el diario abierto en el escritorio y la cabeza apoyada contra el respaldo.
Empujo la puerta de vidrio y paso, camino con cuidado, no se que puede pasar si se despierta.
Atrás del guardia hay una puerta, la abro y lo veo todo.
El edificio es una estructura de utilería, es una fachada con soportes, pero es nada más que una fachada, montada al frente de una parcela de tierra.
De este lado también hay viento, aunque está oscuro se ve el movimiento del pastizal.
No quiero internarme demasiado, no se que hay en el fondo, si es que hay un fondo, pero de lejos se escucha el mugido de un grupo de vacas.
Me doy vuelta, camino unos pasos y toco el revés de la fachada, es madera.
Saco el encendedor del bolsillo de la campera, es suficiente para ver las uniones de las tablas, los clavos.
En la base de la estructura hay un sello rojo de importación, el edificio es de taiwán.

sábado, 24 de mayo de 2008




Alquilo un duplex en costa bonita, cuando era chico veníamos con mi familia a pasar las vacaciones en esta zona.
No es un lugar particularmente lindo pero tuve que volver, me quedaron recuerdos bien marcados, creo que el primer recuerdo que tengo de la playa lo recibí acá.
Pero no vuelvo por la playa, que no está tan mal, pero el agua es fría y a unos kilómetros de acá hay un caño enorme, oxidado, que va directo al agua y no se que transporta.
Probablemente no sea del todo saludable meterse al agua en estos balnearios.
Lo que me llama la atención de costa bonita es la zona de médanos.
Se llega fácil, cuando pasás la zona utilitaria de los duplex, que es el perímetro en el que está la parrilla, los piletones para lavar la ropa y el tendedero, ya estás ahí.
Los médanos ocupan kilómetros.
Y el contraste es grande, por que alrededor de los duplex crece una planta rastrera muy verde, supongo que tiene algún parentezco con los cáctus, pero no tiene espinas.
Asi que pasás del verde al amarillo.
Si sacara una foto podría decir que es de otro país, parece un lugar salido de otra clase de geografía.
Lo que hago es llenar una botella con agua, ponerme algo liviano y a caminar.
Hay que hacer un esfuerzo para subir, bajar, algunos médanos son profundos y los pies tienden a hundirse.
Paro al mediodía, cuando ya pasé la fase de caminata, la parte física del evento, en ese momento ya puedo sentarme y disfrutar.
Hace algunos años estaba caminando, había salido despúes del mediodía, en vez de alejarme del duplex manteniendo la playa a la derecha, que es el punto de referencia que uso, caminé de espaldas a la playa, alejándome del mar.
No se cuanto tiempo caminé, pero con el cambio de posición del sol el color de la arena fue cambiando, pasó a tener un tono anaranjado.
Estaba en un médano de los altos y vi algo que se movía, como a docientos metros.
En esa zona no abunda los orgánico, mas bien todo lo contrario, te podés encontrar con alguien que está haciendo lo mismo que vos, que es alejarse, tomar distancia, pero no mucho mas que eso.
Así que cuando vi esas manchas de colores en movimiento, después de intentar enfocar la vista y descubrir que era, caminé lento hasta donde estaban.
Era una columna de cangrejos, que no terminaba de fluir, de izquierda a derecha iban los crustáceos.
La suma de todos los pasos generaba un ritmo sordo, la arena absorve el sonido.
Me arrodillé para verlos de cerca, había visto otras veces cangrejos, pero nunca tantos. Y había de diferentes tamaños, las crías eran verdes, con algunos tonos grices, los adultos tenían el caparazón violeta y zonas de color naranja, y estaban los otros, los más grandes, los que se paraban en dos patas como estrategia de intimidación.
No se cuantos años vive un cangrejo, pero se los veía antiguos, parecían salidos de un volcán, tenían una pigmentación como de mineral, de óxido.
Me levanté, me sacudí la arena de las rodillas y busqué con la mirada el final de la peregrinación pero la columna no tenía resagados, creo que era toda la colonia.
No se de donde venían, hasta donde se estaba a pocos kilómetos de la playa, del otro lado imagino que había campo, así que tenían que estar marchando a la costa.
La escena me causó gracia, me acuerdo que me reí, me di vuelta y volví al duplex.
Unos días después volví a buenos aires, en una reunión con amigos comenté lo que había visto, pero no me creyeron, y eso que estaba con la gente con la que crecí, hablo de amigos a los que conozco desde hace quince años o mas, pero parece que la anécdota les sonaba poco creible.
Pensé mucho en esa imagen, los cangrejos cruzando los médanos, pero había que seguir haciendo cosas, de a poco me fui olvidando, pasaron los meses, hasta que un día sonó el teléfono.
Era uno de los amigos que estaban en la cena, a los que les había contado lo de costa bonita, me dijo:
_ Prendé el televisor ya mismo_ y cortó.
Fui hasta el comedor, encendi la tele y lo vi.
Los cangrejos habían llegado hasta Portugal.

sábado, 17 de mayo de 2008



Es viernes a la noche, lo que pasa adentro de la habitación es parte del programa de viernes a la noche, nada de salidas, nada de interacción, los hombres jóvenes y saludables van a perderse en la pista, las mujeres jóvenes saludables van a perderse en la pista, el perfume siempre atrae al sexo opuesto, siempre desencadena la transpiración, de parado, en cama ajena o transitoria.
A la noche, con las ventanas cerradas para que nadie vea lo que pasa, para que nadie entre y arregle el desorden o hable de los libros y las revistas que están a la vista, para que nadie intente leerme y articular alguna clase de comentario ingenioso sobre lo que me gusta leer y el efecto que tiene en mi.
El monitor parpadea archivos avi, rubias entrenadas se besan y se chupan, tengo una revelación, que cae en el diario, que puse en el piso para que no se manche la alfombra.
El semen sobre los clasificados es literatura del yo.

domingo, 4 de mayo de 2008




El colectivo va por la avenida, es temprano y los carriles están despejados, libres de ruido.
Se hace de día, puedo ver los contrastes de luz desde una posición móvil.
Las paredes, las veredas, las plazas, están filtradas por sombra, todos los lugares en los que podría acostarme están fríos.
Obras en construcción, atrás de los futuros edificios hay un bloque de luz, imposible de morder.
Tengo hambre, fantaseo con una taza de café y pan, un desayuno en el transporte público.
El chofer abre su ventanilla, no debería pero fuma.
El único humo que disfruto es el que sale de la cacerola de hierro, con especias en el fondo y algo en proceso de cocción.
Se que tengo que hacerlo, tengo que cambiar, no puedo seguir perdiendo el tiempo en el conteo de minerales en sangre.
La vulnerabilidad tiene que ser un estado pasajero.
Pasan las paradas, la gente sube y baja formando un circuito que me distrae.
Movimiento.
Minutos, minutos, movimiento y minutos.
Llegamos al barrio.
Los carteles son los mismos desde hace 10 años.
Hoy los negocios no abren, los domingos hay pausa en las migraciones internas.
Veo la casa, la que es mi casa, pero no me levanto, apoyo la cabeza contra el vidrio, quiero dormir, despertarme en la Terminal.








imagen de:
http://ark-solofotografia.blogspot.com